LEA GAROFALO: LA REVOLUCIĆN DE LAS MADRES
- Lucas Manjon & Giulia Baruzzo
- 23 may 2024
- 30 Min. de lectura
Actualizado: 26 nov 2024
Lea Garofalo fue una de las primeras mujeres que buscó incansablemente romper con el destino que su familia y su pueblo le tenĆan destinado. Las muertes y el nacimiento de su hija cambiarĆan para siempre su vida y le darĆan un proposito nuevo, salvarse para salvar a su hija. AquĆ parte de su historia.

Nacer en Calabria es especial, pero si se nace mujer, lo es todavĆa mĆ”s. No es ni bueno ni malo, es especial, distinto, pero si encima se nace en Petilia Policastro -un lugar recordado por el diablo-, las mujeres petiliapolicastrenses -si esa denominación existe- que buscan salir de Ć©l y lo logran, quedaran en la historia. Una de esas mujeres se llamaba Lea Garofalo y era la hija de Antonio, la sobrina de Giulio, la hermana de Floriano y Marisa, y serĆa la esposa de Carlo y la madre de Denise. Como ocurre con la mayorĆa de los seres humanos en el mundo, la vida de Lea estuvo en principio determinada por su familia de origen, pero tambiĆ©n por el lugar en el que nació. Petilia Policastro con tan solo una decena de miles de habitantes fue el pueblo en el que Lea se crio y del que ella escapó despuĆ©s de enterrar a gran parte de su familia. Petilia Policastro fue el pueblo en el que asesinaron a su padre, a su tĆo -cuando intentó vengar la muerte de su hermano- y a sus primos. La vida de Lea estuvo condicionada por la familia y el pueblo del sur en el que nació, pero su muerte llegó en el norte, en MilĆ”n, entre el miedo y la esperanza que tuvo cuando busco formar una nueva familia, una que le permitiera romper los lazos de sangre y tierra con el apellido Garofalo y con Petilia Policastro.
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Un padre suele acompaƱar a sus hijos en sus primeros pasos, pero sobre todo cuando comienzan a caminar. Toman de las manos al niƱo o niƱa, tuercen el cuerpo hacia adelante y dan uno o dos pasos para escoltar los mĆ”s de diez pequeƱos pasos que dan los niƱos en una distancia no mayor a quince o veinte centĆmetros. Lea aprendió a caminar sola. La guerra entre la familia mafiosa que dirigĆa su padre -la 'ndrina Garofalo- y la de los Mirabelli, del pueblo contiguo de Pagliarelle- saturaba la ocupación del cementerio. En los festejos de aƱo nuevo de 1974, cuando Lea apenas tenĆa ocho meses, los hermanos de la 'ndrina Mirabelli asesinaban a su padre Antonio, para dar paso a una guerra que se consolidaba en el tiempo y la sangre. Siete aƱos despuĆ©s, su tĆo y hermano de su padre tambiĆ©n era asesinado cuando Ć©l intentaba asesinar a los lĆderes de los Mirabelli. La venganza de los Garofalo quedaba a cargo del primogĆ©nito del clan, Floriano Garofalo, el hermano de Lea, quien debĆa continuar la cacerĆa contra los Mirabelli, aunque sus familiares seguĆan siendo asesinados. En 1989, cuando Lea habĆa cumplido los quince aƱos y como las pocas adolescentes que vivĆan en Petilia Policastro pasaba sus dĆas en la plaza del pueblo, conversando con las pocas amigas que el pueblo le otorgaba. TenĆa la desgracia de observar su primer asesinato. El de su primo, que formaba parte de la familia mafiosa y se convertĆa en uno mĆ”s de los que ofrecĆa su sangre, la que caracteriza a las faidas, las guerras entre los mafiosos.
Durante los aƱos setenta, en Calabria se produjeron grandes y violentos cambios. La 'Ndrangheta -la organización mafiosa de estirpe calabrĆ©s- comenzaba a transformarse en un largo proceso que a finales del siglo XX la terminarĆa depositando en la cĆŗspide de la delincuencia organizada trasnacional. En esos convulsionados aƱos, las faidas entre las 'ndrine que integraban y siguen integrando a la 'Ndrangheta se intensificaban. Con la expansión en la demanda de drogas en todo el mundo, la āNdrangheta se lanzaba a aprovechar esa ventaja económica y se convertĆa en una de las primeras organizaciones mafiosas en aprovechar aquel contexto, haciendo uso de los extensos lazos sanguĆneos que se habĆan esparcido por varias regiones de Italia y el resto mundo. A principios de los aƱos noventa, varias familias de la āNdrangheta se habĆan establecido en el norte de Italia, sobre todo en MilĆ”n, apropiĆ”ndose y dirigiendo el mercado de la venta de drogas, la trata de personas y el lavado de dinero.
A pesar de verse rodeada de cadĆ”veres, Lea se lograba enamorar. Con un joven cuatro aƱos mayor del pueblo vecino de Pagliarelle comenzaba una relación entre el horror y la desesperación de un pueblo atravesado por una faida que casi tenĆa veinte aƱos de extensión. El novio de Lea tambiĆ©n era un 'ndranghetista, un matón, que junto a sus hermanos intentaban elevar su posición dentro de la organización criminal. Enamorar a la hija de un jefe de familia como Lea y esposarla podĆa ser un ventajoso atajo para Carlo Cosco, el aspirante a mafioso de pleno derecho. Santina, la madre de Lea tambiĆ©n se habĆa enamorado de un 'ndranghetista como lo fue el padre de Lea. pero a diferencia de muchas otras mujeres de la mafia habĆa alcanzado a torcer en cierta manera los caminos que integrar de una u otra manera la mafia le destinaba en ese entonces a las mujeres. Santina trabajaba limpiando el colegio del pueblo e instaba a sus hijas a que se educaran, a que Lea y Marisa terminaran sus estudios y eligieran su propio futuro, uno que si ellas quisieran no estuviera determinado por el apellido Garofalo o por Petilia Policastro.
El apoyo que Lea encontraba en la educación y en el amor de su pareja serĆan la ilusión que marcarĆa el compĆ”s de su vida desde los quince aƱos en adelante. DespuĆ©s de un aƱo de relación con Carlo Cosco, los jóvenes se casaban y el reciente matrimonio huĆa hasta MilĆ”n, donde Floriano Garofalo -el hermano de Lea- vivĆa desde hacĆa unos pocos aƱos y dirigĆa las operaciones de venta de droga en aquella ciudad. En la āNdrangheta la sangre no se licua, se espesa generación tras generación y para Carlos Cosco el haberse emparentado con alguien de la familia Garofalo lo transformaba en un subalterno de confianza y cercano alĀ boss. La base de operaciones de las familias mafiosas de los calabreses en MilĆ”n -entre ellas los Garofalo-, era un enorme edificio ubicado en el nĆŗmero 6 de vĆa Montello, un enclave entre el barrio chino, el ruso y los rascacielos de la zona de Porta Nuova. La mole de tres pisos de altura, cubierto de moho, con una estructura panóptica que permitĆa controlar el movimiento de las personas y resultaba ser ideal para el acopio de drogas, armas y mujeres tratadas desde SudamĆ©rica, Ćfrica y Europa del Este. Por aquella estructura de cemento, acero, madera y tejas romanas, en los aƱos noventa circulaba la mayor parte de la heroĆna, cocaĆna y hachĆs que se consumĆa en gran parte de la LombardĆa.
Lea habĆa escapado y llegado a MilĆ”n con pocas cosas en sus valijas, pero repleta de esperanzas. SoƱaba en que la ciudad del norte, la capital de la moda, de las luces y el glamour le entregara algunas pequeƱas chances de soƱar cosas que en Petilia Policastro no se soƱaban. Ella se encargarĆa de convertir las oportunidades en realidad. Pero la voluntad de Carlo Cosco por crecer bajo el auspicio del hermano de Lea dentro de la āNdrangheta transformaba todo eso en pesadillas. La vida en MilĆ”n terminaba siendo peor que en Petilia Policastro. El edificio donde vivĆan era deprimente. En el dĆa a dĆa transcurrĆa en un ir y venir de gente desconocida, gritos y transacciones de drogas que frecuentemente terminaban en peleas violentas y escandalosas. La depresión era la compaƱera fiel de Lea quien intentaba suicidarse en varias oportunidades. En medio de todo aquel aluvión de oscuros pensamientos, hacĆa la primavera del aƱo 1991, Lea quedaba embarazada. La noticia era trĆ”gica. No podĆa con su vida y la sola posibilidad de pensar que iba a arrastrar a otra persona a esa vida, que fuera totalmente dependiente de la suya, la hundĆa aun todavĆa mĆ”s. Intentaba abortar el embarazo en varias veces, aunque no lo lograba. El tener que continuar con el embarazó la obligaba a tomar decisiones. En diciembre de ese mismo aƱo, Lea huĆa embarazada y a punto de parir de MilĆ”n. Se escapaba para parir sola, con la idea de entregar al bebe en adopción y alejarlo de un destino determinado por algĆŗn diablo que hacĆa a los Garofalo, a los hijos de Petilia Policastro y sobre todo a las mujeres -Lea esperaba una niƱa- personas rodeadas de infelicidad. Cuando Lea tenĆa a su diminuta beba de nombre Denise sobre su pecho, sus planes se transformaban rotundamente; Lea estaba nuevamente enamorada, ahora de su hija y aferrada a una pequeƱa y poderosa esperanza sobre la vida.

La relación de pareja de Lea ante las mayores y crecientes responsabilidades criminales de Carlos Cosco se tornaba cada vez peor. Era cada vez mĆ”s violenta y despectiva para con ella. A pesar de que ahora tambiĆ©n estaba Denise, las dos juntas debĆan pasar las horas y los dĆas encerradas en el apartamento de vĆa Montello. El propio Carlo Cosco a veces obligaba a Lea a cortar heroĆna, cocaĆna y hachĆs, ya que si bien, su posición en la organización criminal se habĆa elevado, todavĆa no alcanzaba para excluirlo de las tareas de un aspirante sin historia dentro de la organización. Tampoco evitaba que Carlo Cosco debiera cobrar Ć©l mismo las extorsiones y cometer algunos asesinatos. La vida en ese cuartel de la āNdrangheta, para Lea y Denise era una bomba de tiempo. Las guerras entre las familias mafiosas calabresas habĆan trasladado el campo de batalla hasta MilĆ”n y el edificio en vĆa Montello se transformaba en la cabeza de playa que todas las āndrine debĆan capturar si querĆan quedarse con la ciudad. Si bien Carlo Cosco era el cuƱado del bossĀ Floriano Garofalo y junto a sus hermanos Vito y Giuseppe Cosco se encontraban promocionados dentro de la organización por otros tres mafiosos de alto rango -Floriano Toscano, Silvano Toscano y Thomas Ceraudo-, las peleas mafiosas eran muchas y cada vez estaban mĆ”s cerca de ellos.
La faida calabresa que expelĆa cada vez mĆ”s cadĆ”veres desde Petilia Policastro y MilĆ”n comenzaba a llamar la atención de las autoridades policiales que ponĆan sus ojos sobre el cuartel de la vĆa Montello. Los muertos en torno a ese entramado no tardaban en multiplicarse. En 1994, Antonio Comberiati, un āndranghetista rival a Floriano Garofalo, que vivĆa el mismo edificio que Carlo Cosco tomaba impulso y se lanzaba a profundizar la guerra. Asesinaba a Silvano Toscano y Thomas Ceraudo, los lugartenientes de Floriano Garofalo en MilĆ”n y los mecenas de Carlo Cosco y sus hermanos en la organización. Los ataques en cuestiones de mafia obligan a una respuesta, violenta, precisa o no, pero una respuesta. QuizĆ”s no inmediatamente, a su debido tiempo, pero siempre obligaba a una respuesta. En ese caso serĆa seis meses despuĆ©s. El 17 de mayo de 1995, un dĆa de lluvia intensa en MilĆ”n, cuando el patio del edificio de vĆa Montello estaba casi vacĆo, con sus habitantes encerrados en sus departamentos, y con Lea y Denise descansando en su cama, varios disparos tapaban el crepitar de la lluvia sobre los balcones de hierro. Algunos de los habitantes se asomaban a las ventanas o asomaban medio cuerpo a travĆ©s del marco de la puerta para desde allĆ observar al patio, donde estaba tirado en un charco de agua y sangre boca abajo, Antonio Comberiati, el enemigo de Floriano Garofalo y de Carlo Cosco.

El nuevo ascenso de Carlo era inmediato en la āndrina Garofalo. AdemĆ”s de ser el cuƱado de Floriano Garofalo era ahora la persona de su mayor confianza y uno de los hombres mĆ”s poderosos de la āNdrangheta en MilĆ”n. El asesinato que se habĆa cometido a metros de su hija volverĆa a cambiar todo en la vida de Lea. La vida y la muerte provocaban giros drĆ”sticos en la vida de Lea, una y otra vez. Cuando Denise habĆa nacido, Lea encontraba y se aferraba en su hija como motivo para vivir y tambiĆ©n para cuidar. Su vida serĆa feliz alejando a su hija del mismo tipo de vida que ella habĆa intentado escapar. La muerte del mafioso a pocos metros de su hija, de su propio hogar, cambiaba a Lea para siempre. Era la Ćŗltima oportunidad que tenĆa para torcer al destino. Ya no era Petilia Policastro, era MilĆ”n, tenĆa una hija y querĆa volver a soƱar junto Carlo Cosco y Denise. Pero para su esposo, la organización siempre habĆa sido su objetivo y estaba por encima de su familia. Frente al pedido de Lea para que este abandonara la āndrina y la ciudad de MilĆ”n, para que la vida fuera junto a su esposa e hija, la respuesta de Carlo fue golpearla. Lea en ese golpe comprendĆa que la violencia comenzaba que no se detendrĆa, que la muerte en su hogar, que los golpes sobre su cuerpo se convertirĆan poco a poco en el dĆa a dĆa de ella y su hija.
Lea escapaba nuevamente, pero estĆ” vez junto a Denise. Iban ante las autoridades policiales. Frente a los carabinieri, los encargados de investigar a la mafia, Lea contaba todo lo que sabĆa sobre las actividades criminales que se cometĆan en aquel edificio de MilĆ”n. La declaración de Lea aceleraba la investigación de las fuerzas de seguridad sobre su familia y sobre lo que ocurrĆa en el edificio de vĆa Montello. En mayo de 1996, los carabinieri rodeaban el cuartel de la āNdrangheta en MilĆ”n y detenĆan a Floriano Garofalo, Carlo Cosco, sus hermanos y varios hombres mĆ”s de la organización. La āndrina Garofalo era encarcelada casi en su totalidad y varios de los mafiosos eran trasladados hasta la cĆ”rcel de San Vittore en la misma MilĆ”n. Lea habĆa tomado la decisión en base a la vida y la muerte, los dos motores que fabricaban una y otra vez su esperanza. Esa esperanza que nuevamente la puso frente a Carlo Cosco, en la cĆ”rcel y en la cual le volvĆa a rogar que abandonara a la mafia, que colaborara con la justicia y eligiera a su familia. Carlo Cosco le pidió a Lea que se acercara a la reja que los separaba. Lea lo hacĆa y en medio de una caricia seca y llena de odio, Carlo Cosco ponĆa sus manos sobre el cuello de Lea y comenzaba a ahorcarla en silencio frente a Denise. Los guardias de seguridad respondĆan tarde, pero a tiempo. Rescataban a Lea, que ahogada y en pĆ”nico tomaba a Denise entre sus brazos y nuevamente huĆa. Carlo Cosco, su gran amor desde la adolescencia, su marido, el padre de su hija la habĆa intentado asesinar. Para Carlo Cosco nada de lo que habĆa dicho Lea tenĆa sentido. Era uno de los hombres mĆ”s poderosos de la poderosa mafia calabresa en el rico norte de Italia. Era un hombre que dejaba atrĆ”s un apellido de campesinos y pastores pobres del sur de Calabria y una traición a sus ideas y a los de la mafia arriesgaba con devolverlo allĆ.
Lea era una joven madre de veintidós aƱos con una hija de cinco aƱos, que juntas intentaban aprender a vivir. Lea realmente comenzaba una nueva vida con veintidós aƱos. DebĆa aprender a ser madre soltera, a ser una mujer fuera de la mafia, alejada de su familia, de toda su historia y de Petilia Policastro. Lea y Denise aprendĆan juntas. Y para ello se trasladaban hasta la ciudad de BĆ©rgamo a unos sesenta kilómetros al noreste de MilĆ”n. Los primeros tiempos los pasaban en un convento de ursulinas, una congregación de monjas dedicadas a la educación que replicaban el modelo desarrollado por los jesuitas. Luego se mudaban a una pequeƱa casa bastante cerca del lago Iseo, tambiĆ©n en las afueras de BĆ©rgamo. SerĆan sus aƱos mĆ”s felices. Para las dos. Se volvĆan a mudar al centro de la ciudad y mientras Denise continuaba con sus estudios, su madre se empleaba temporalmente en bares y fabricas para complementar la asignación que el Estado les daba por haber ingresado al programa de protección de testigos. Como lo habĆa hecho su abuela, Lea insistĆa a Denise que la educación serĆa la herramienta que le darĆa la libertad y a travĆ©s de la cual podrĆa ser torcer al destino.

La rutina de Lea y Denise era extraƱamente normal y se comenzaba a establecer en el tiempo. Lograban vacacionar en verano en Pagliarelle y Petilia Policastro en la casa de su madre y abuela y parecĆan ser felices. Toda esa situación molestaba a Carlo Cosco y a sus asociados mafiosos, que a diferencia de Carlo Cosco, muchos de ellos ya se encontraban en libertad y habĆan regresado a Calabria. VeĆan a las dos mujeres caminar por el pueblo, tomar helado y hasta sentarse en los bancos de la plaza sin miedo. El odio sobre Lea solo se incrementaba frente a la felicidad que ella expresaba. Que los hombres de la āNdrangheta no la atacaran, le ofrecĆa a Lea la falsa ilusión de que todo ya habĆa pasado, pero en la mafia y sobre todo con las mujeres, las cosas nunca se terminan hasta que la mafia lo decidiera. Las mafias son idiosincrĆ”ticas por naturaleza y en el caso de las mujeres de la āNdrangheta, eso era todavĆa mucho mĆ”s profundo. Todas afirmaban que el código de honor mafioso -el que ciertamente nunca existió-, obligaba a los āndranghetistas a respetar y proteger a las mujeres de su familia; en la realidad, ello no les impedĆa tener amantes, que explotaran mujeres prostituidas y de exponerlas a las faidas. Si uno compara los numerosos expedientes judiciales que existen sobre mujeres asesinadas por la mafia, con las mujeres asesinadas por parejas o exparejas, la mayorĆa de ellas no tenĆan relación alguna con la mafia. Esos mismos expedientes mostraban que las mujeres antes de ser asesinadas habĆan sido hostigadas, sufrido violencia simbólica, fĆsica y sexual. En muchos casos, sus rostros tambiĆ©n habĆan sido desfigurados con cortes o Ć”cido. Dentro de la mafia, si una mujer irrespetaba a un hombre -tal como habĆa ocurrido en el caso de Lea-, la misma familia de origen era quien debĆa reparar la afrenta. Carlo Cosco esperaba que el lĆder de la familia -Floriano Garofalo, el hermano de Lea- sea quien la reprima, no solo porque habĆa colaborado con la justicia, sino tambiĆ©n porque lo habĆa abandonado.
En el aƱo 2000, la rutina de Lea y Denise se comenzaba a trastornar. La tranquilidad se era una sensación del pasado. El auto de Lea que estaba estacionado frente al edificio en el que vivĆa junto a Denise lo prendĆan fuego Vito y Giuseppe Cosco, los hermanos de Carlo Cosco, que ya estaban en libertad. La reprimenda era para Lea, pero tambiĆ©n para su hermano, el mismo incumplĆa el deber de castigar a su hermana. Lea intentaba que su vida y la de su hija no se alterarĆ”n, pero debĆa moverse con cautela, con mucho mĆ”s. Intentaba conservar la rutina. En el verano, las dos mujeres seguĆan viajando a Calabria de vacaciones. Dos aƱos despuĆ©s del atentado con el auto, en el verano del 2002, cuando Lea y Denise tomaban un helado en el centro del pueblo, Vito Cosco las interceptaba y comenzaba a recriminarle a Lea que fuera Ć©l quien debĆa llevar a Denise a ver a su padre en la cĆ”rcel, que eso era una obligación suya como madre y esposa de Carlo Cosco. La reprimenda pĆŗblica crecĆa cada vez mĆ”s en tono y agresividad. La llegada a la plaza de Floriano Garofalo -que hacĆa pocos meses habĆa obtenido la libertad- no aquietaba la situación. La reprimĆa a su hermana al igual que lo hacĆa Vito Cosco, le recordaba sus obligaciones como mujer de un asociado que debĆa transitar un perĆodo tan largo en la cĆ”rcel. Floriano Garofalo tomaba a Lea por los hombros, la sujetaba con fuerza, la sacudĆa y finalmente le daba una cachetada que la tiraba al piso. Su hermano inclinaba su cuerpo sobre el de Lea, la agarraba del pelo y cuando parecĆa que la iba a volver a golpear, le susurraba al oĆdo: āTenes que escaparte. Si no te escapas, voy a tener que matarteā.

Ese mismo verano, el cĆrculo de amenazas sobre Lea se volvĆa cada vez mĆ”s denso. La puerta de entrada de la casa de su abuela -donde ella y Denise estaban pasando el verano- la incendiaban en una clara seƱal de advertencia. Al otro dĆa junto a Denise se presentaba ante los carabinieri de Calabria afirmando que querĆa declarar sobre todas las actividades criminales de su marido y su familia, ya no solo las que habĆan conocido en MilĆ”n. Lea querĆa ponerle luz a su pasado. AcompaƱada con Denise de diez aƱos, afirmaba al jefe de los carabinieri que āQuerĆa romper con el pasado y con el entorno en el que habĆan vividoā. Lea les relataba los enfrentamientos de su familia con otras de la región de Petilia Policastro y Pagliarelle desde los aƱos setenta, la historia de una faida que se extendĆa desde hacĆa dĆ©cadas y que habĆa generado ya decenas de muertos. Daba información detallada sobre los crĆmenes cometidos por su hermano, su esposo y los demĆ”s asociados de la āNdrangheta, en el norte como en el sur.
Lea junto a Denise ingresaban en el programa de protección de testigos y eran reubicadas en la región de Ascoli Piceno, a unos pocos kilómetros del Mar AdriĆ”tico. Lea fue admitida en el programa bajo la figura de colaboradora arrepentida -sin ella haber cometido ningĆŗn tipo de delito-, lo cual la colocaba junto a Denise en una situación de indignación permanente. "Solo sĆ© que mi vida siempre ha sido nada, a nadie le importĆ© un carajo, nunca tuve afecto ni amor de nadie, nacĆ en la desgracia y allĆ morirĆ©. Pero hoy tengo una esperanza, una razón para vivir y seguir adelante, esta razón se llama DENISE y es mi HIJA. TendrĆ”s de mĆ todo lo que nunca he tenido de nadie", escribĆa Lea en su diario personal. Las dos mujeres debĆan cambiar su identidad y por la escasa diferencia de edad intentaban jugar en medio de la situación de tragedia. DecĆan ser hermanas, aunque a Denise siempre se le escapaba un āmamĆ”āĀ en pĆŗblico y debĆan corregir el inconveniente con una serie de nuevas mentiras.
La vida en el sistema de protección de testigos era difĆcil. En seis aƱos se terminaban mudando seis veces y no lograban afianzar ningĆŗn tipo de vĆnculo. Lea perdĆa los trabajos que tanto le constaba conseguir y Denise no lograba hacerse de amigas. Que el Ćŗnico diĆ”logo genuino de Lea fuera con la abogada defensora que el Estado le habĆa asignado por ser colaboradoraĀ solo la desesperaba aĆŗn mĆ”s. Comenzaba a sentir terror y las noticias lo alimentaban cada vez mĆ”s. En agosto de 2003 leĆa en las noticias que un tal Vito Cosco asesinó a dos traficantes de drogas de poca monta que lo insultaron. Cuando estĆ© Vito Cosco -que no era su cuƱado- les disparó, una de las tantas balas que no dieron en los traficantes dieron contra el cuerpo de una niƱa de dos aƱos y contra un hombre de sesenta aƱos que circunstancial y desafortunadamente se encontraron en el lugar. DespuĆ©s de la masacre de RozzanoĀ -como se dio en llamar al trĆ”gico hecho en el que se produjeron las cuatro muertes, este homónimo del cuƱado de Lea, se refugió al igual que muchos otros criminales en el nĆŗmero 6 de vĆa Montello en MilĆ”n, en donde pasó tres dĆas encerrado antes de entregarse a la policĆa.
A finales del 2003, Carlo Cosco recuperó la libertad e inmediatamente se disponĆa a encontrar a Lea. No tanto a Denise, sino a Lea. Iba hasta al convento en BĆ©rgamo donde las dos mujeres habĆan vivido unos aƱos antes y se hacĆa pasar un primo de Lea. PonĆa a varios de sus hombres a buscarla, entre ellos a un primo de Lea, que habĆa trabajado como auxiliar de la policĆa y que a travĆ©s de sus contactos y los sistemas informativos propios de la policĆa obtenĆa una dirección que parecĆa ser el domicilio de Lea y Denise. Esa dirección que figuraba en el sistema de protección de testigos era el de la comisarĆa de la ciudad de Perugia, la que estaba a cargo del cuidado de las dos mujeres cuando ellas vivĆan o, mejor dicho, se escondĆan en esa región. Cuando esa infiltración e información llegaba a los oĆdos de Lea y las autoridades, junto a su hija terminaba siendo nuevamente reubicada, en esa oportunidad a Florencia. En medio de la crisis y la ilusión por sobrevivir, la vida de Lea seguĆa sufriendo la muerte. La faida que habĆa comenzado con el asesinato de su padre haya por el 1974 continuaba treinta y un aƱos despues. Su primo Mario era asesinado en septiembre de 2003 y su hermano Floriano en junio de 2005. La muerte de su hermano era una estampida de contradicciones. Este tenĆa el mandato de la mafia de asesinarla, a su propia hermana, pero nunca lo habĆa hecho.
La vida de Lea se seguĆa complicando cada vez mĆ”s. La relación entre Lea y Denise se enmaraƱaba fruto de los vĆnculos comunes entre una adolescente con una vida sumamente particular y una madre que se estaba volviendo paranoica. Denise querĆa ver a su padre e intentaba llevar una vida que se asemejara a lo corriente. Lea no debĆa relacionarse con nadie mĆ”s que su hija y debĆa sobrevivir con el poco dinero que el Estado le asignaba para el sustentar económicamente a las dos mujeres. A esa situación estresante y paranoica se le agregaba el destrato de un sector de la justicia que consideraba que la información que Lea habĆa aportado era escasa y lejana en el tiempo, que no se habĆa podido confirmar y que colocaba a la madre e hija con un pie fuera del programa de protección de testigos. Mientras la abogada de Lea apelaba la inminente decisión, la obsesión y el malestar de Lea la llevaban a abandonar voluntariamente el programa de protección de testigos a mitad del aƱo 2006.
La vida en el programa era agotadora. Se mudaban permanentemente, no lograban generar vĆnculos reales y duraderos, la situación económica era precaria y la edad de Denise naturalmente complicaba un poco mĆ”s las cosas. Carlo Cosco le hacĆa llegar mensajes de promesas de un buen pasar a su hija y que todo eso no era posible ya que su madre habĆa tomado la incoherente decisión de no dejarla verla. Lea seguĆa huyendo, ya sin la asistencia del Estado. Junto a Denise volvĆan a BĆ©rgamo, al convento donde todo habĆa comenzado. Despues se iban hasta Fabriano, en la provincia de Ancona. A finales del aƱo 2007, en ese eterno peregrinar de padecimientos, Lea y Denise llegaban a Roma, donde conocĆan a Don Luigi Ciotti, un sacerdote que habĆa fundado la asociación antimafia Libera. Ciotti rĆ”pidamente las puso en contacto con una abogada voluntaria de la asociación, con experiencia en la protección de mujeres que escapaban de la mafia. DespuĆ©s de convencer a Lea para que retornara al sistema de protección de testigos y a partir de unas cuantas apelaciones judiciales, Lea y Denise eran nuevamente aceptadas en el programa y nuevamente reubicadas. En esa ocasión en Campobasso, en el centro de la penĆnsula itĆ”lica. Denise se adaptaba rĆ”pidamente a la escuela y se hacĆa de un grupo de amigas; Lea en cambio, la paranoia la dejaba de lado un tiempo y comenzaba a tener una actitud desafiante frente a las reglas y los encargados del programa de protección de testigos. Luego de unos pocos meses, Lea tomaba la decisión de abandonar otra vez el programa y quedaba nuevamente sola con Denise a cargo. La vida de Lea junto a Carlo Cosco habĆa sido un infierno, pero el programa de protección no se parecĆa en nada al paraĆso.
No contaban con dinero y por tanto tiempo huyendo se habĆan quedado sin red de contención. Lea decidĆa cambiar la estrategia producto de la desesperación. Le hacĆa llegar Carlos Cosco el mensaje de que sus declaraciones no lo incriminaban a Ć©l, que no iban a ser tomadas en cuenta por la justicia y que habĆan abandonado el programa de protección de testigos. Que solo querĆa poder vivir sin miedo a ser asesinada; a cambio le ofrecĆa que recuperara el vĆnculo con su hija. Carlo Cosco aceptaba y la relación con Lea y Denise parecĆa entrar en cauces lo mĆ”s parecido a una familia funcional, separada, divorciada, pero lo mĆ”s aparentemente cercano a lo norma. Las dos mujeres habĆan decidido quedarse en Campobasso y Carlo Cosco alquilaba un departamento en el que se instalaba Denise, la madre de Carlo Cosco y un sobrino de este. Ćl tambiĆ©n ocupaba algunas veces la casa. Era quiĆ©n lo pagaba y con ello hacĆa sentir la presión sobre Lea. El vĆnculo de Lea con Carlo Cosco y el resto de su familia polĆtica no se distendĆa. Ella no podĆa aceptar, no podĆa entender quĆ© hacĆan todos ellos ahĆ, con ella y con su hija. Ella habĆa cuidado a Denise, la habĆa protegido de todos los peligros, incluso de los peligros futuros, aquellos que de una u otra manera llegarĆan por estar cerca de la mafia.

La precaria convivencia que tenĆan se rompĆa unos pocos dĆas despuĆ©s del cumpleaƱos treinta y cinco de Lea. La relación con su exsuegra era muy mala y estĆ” la acusaba a Lea de generarle problemas de salud por los gritos y los insultos de Lea. Uno de esos dĆas, Lea y Carlo Cosco compartĆan la habitación por primera vez despuĆ©s de trece aƱos. Todo transitaba en una tensa calma, hasta que los reproches de Piera -la madre de Carlo Cosco- hacĆan explotar a Lea. Con un cuchillo en su mano comenzaba a gritarle a todos en la habitación. āĀæQuĆ© mierda hacen todos ustedes acĆ”? ĀæQuĆ© carajo hacen acĆ”? Fuera de acĆ” todos. Fuera, fuera fueraā.Ā Los gritos de Lea, que no dejaba de apuntar con el cuchillo a Carlo Cosco, salĆan de lo mĆ”s profundo de su alma. La saliva, las lĆ”grimas y el rojo de su cara que demostraban la furia y el odio que la inundaba le daban a Lea un aspecto totalmente desconocido. Carlo Cosco agarraba sus valijas, besaba a Denise y se retiraba de la casa sin emitir un solo sonido. Denise solo lloraba.
El 2 de mayo de 2008, Lea y Denise iban hasta Roma para asistir a un concierto. Durmieron en la ciudad eterna varios dĆas. El 5 de mayo retornaban a Campobasso. El cansancio del viaje hacĆa que Denise no fuera a la escuela y decidiera quedarse en la casa. Su padre la habĆa llamado para avisarle que enviarĆa un tĆ©cnico para reparar el lavarropas descompuesto de la casa. Pasado el mediodĆa, el timbre sonaba y Lea abrĆa la puerta con un cuchillo escondido en el bolsillo trasero de su pantalón. El tĆ©cnico ingresaba y conversaba con Lea de camino a la cocina sobre los posibles problemas del lavarropas. Ya los dos en la cocina, el silencio que anuncia las tempestades invadĆa el ambiente. El tĆ©cnico no abrĆa su caja de herramientas y Lea finalmente le decĆa:Ā āSi tenes que matarme hacelo yaā. El supuesto tĆ©cnico en realidad era un sicario enviado por Carlo Cosco que se abalanzaba sobre Lea e intentaba asfixiarla como su mandante lo habĆa intentado hacer cuando Lea lo visitaba en la cĆ”rcel casi diez aƱos antes. Ante los gritos y el ruido del forcejeo, Denise bajaba corriendo y se sumaba a la pelea de su madre con el sicario para sobrevivir. El sicario al sentir a Denise sobre su cuerpo que se sumaba a la lucha lo hacĆa entrar en pĆ”nico. Denise no debĆa estar allĆ, debĆa estar en la escuela. El sicario lograba sacarse de encima a las dos mujeres y emprendĆa la huida. Lea no habĆa escapado de un intento de asesinato. El sicario debĆa secuestrarla y trasladarla hasta Bari, en la región de la Puglia, donde esperaban Carlo Cosco y sus hermanos para ellos asesinarla.
Lea y Denise ese mismo dĆa del ataque huĆan y pasaban la noche en una pensión de Campobasso. No tenĆan dinero. HabĆan huido sin el poco dinero con el que contaban. Al otro dĆa, escapaban de la pensión sin pagar y se instalaban en una carpa en la plaza de Campobasso, frente al edificio del alcalde. AllĆ estarĆan seguras, pero no habĆa vida posible de continuar asĆ. Lea se decidĆa por volver a Calabria, a Petilia Policastro, a Pagliarelle, donde suponĆa que todos y cualquiera podrĆa asesinarla, pero tambiĆ©n el Ćŗnico lugar en donde tenĆa un plato de comida y un techo digno para su hija. Las dos tomaban el tren y llegaban a Pagliarelle, a la casa de Santina, la madre de Lea y la abuela de Denise. Los primeros dĆas eran de encierro absoluto; los subsiguientes solo para Lea. Denise comenzaba a caminar por el pueblo, tomaba helado, comĆa pizza con sus amigos y hacĆa excursiones con su padre que viajaba cada vez con mĆ”s frecuencia desde MilĆ”n hasta Calabria. DespuĆ©s de casi veinte aƱos, Lea estaba como cuando habĆa huido, cuando tenĆa quince aƱos y se habĆa aferrado a la esperanza. Quince aƱos despues estaba encerrada, con miedo y enterrada en un pueblo en el que ya no tenĆa mĆ”s que a su hermana y su madre.
El tiempo que Denise compartĆa con Carlo Cosco aflojaban los nervios de Lea que comenzaba a bajar la guardia. Pensaba que quizĆ”s el padre de Denise se habĆa ablandado, que le habĆa perdonado todas aquellas supuestas ofensas. Lea tambiĆ©n comenzaba a caminar por las calles, con miedo, pero con una luz de esperanza sobre sus espaldas, la misma que la llevaba a retomar el diĆ”logo con Carlo Cosco. Su hija, el pedido de perdón, el futuro y la esperanza de una correcta relación -quizĆ”s hasta mĆ”s que eso- eran los temas frecuentes de las conversaciones entre ellos.
Lea y Denise estaban citadas para presentarse ante un tribunal en Florencia. Un tiempo atrĆ”s, Denise habĆa sido atacada por una adolescente que la acusaba de robarle su novio y Lea la habĆa golpeado a la agresora. Era una denuncia por lesiones menores, pero Lea debĆa presentarse ante el tribunal y acompaƱada de una abogada. Nuevamente la abogada de la asociación Libera, la que la habĆa estado ayudando todos esos Ćŗltimos aƱos antes la representaba. La audiencia fue breve y la abogada lograba una condena que no pasaba de una amonestación. Mientras Lea, Denise y la abogada estaban en Florencia, Denise recibĆa la invitación de su padre para que lo visitaran en su casa de MilĆ”n, en el mismo edificio del que Lea habĆa huido cuando Carlo Cosco la habĆa golpeado. El padre lograba convencer a su hija con la promesa de unos dĆas de descanso y compras en una ciudad como MilĆ”n, la ciudad de la moda, una moda que todavĆa resultaba ser lejana en Calabria. Lea estaba convencida o se convencĆa de que Carlo Cosco habĆa cambiado. TambiĆ©n pensaba que MilĆ”n no era Calabria y que asesinarla allĆ no era algo que pudiera ocurrir. La abogada discutĆa con ellas. Les pedĆa, casi que les rogaba que no fueran a MilĆ”n. Les ofrecĆa poner a disposición las instalaciones de la asociación Libera para que ellas vivieran y se sintieran protegidas. Pero la tĆ”ctica de Carlo Cosco para franquear las defensas de Lea y su hija habĆa sido exitosa y Lea solo tenĆa en su mente a un hombre que ya no la maltrataba y que parecĆa amar a su hija. Lea y Denise se despedĆan de la abogada y finalmente se subĆan en el tren nocturno con destino a MilĆ”n.

Cuando las dos llegaban a la estación de trenes de MilĆ”n las estaba esperando Carlo Cosco. TambiĆ©n estaban varios hombres de la 'ndrina de Cosco en la estación. Vito y Giuseppe Cosco -los hermanos de Carlo Cosco-, Massimo Sabatino -el falso reparador de lavarropas-, Rosario Curcio y Carmine Venturino, dos miembros mĆ”s de la organización criminal, que dĆa y noche seguĆan a Lea por las calles de MilĆ”n. Eran parte de un plan que Carlo Cosco no habĆa logrado ejecutar ni en Calabria ni en Florencia y que con el tiempo terminaban justificando la que era la aparente paranoia de Lea. En MilĆ”n, el plan que Carlo Cosco habĆa diseƱado para matar a Lea tambiĆ©n fallaba varias veces. HabĆa logrado separar a Lea de Denise varias veces, pero en esas oportunidades, los asociados a su 'ndrina habĆan fallado. La obsesión de Carlo Cosco por matar a Lea era algo conocido en el mundo y submundo de la 'Ndrangheta y no podĆa seguir dejando pasar el tiempo, el supuesto prestigio que debĆa recuperar frente a los demĆ”s asociados ya habĆa sido mancillado varias veces por Lea y durante mucho tiempo. La Ćŗltima oportunidad se le presentaba el dĆa en que la madre y su hija debĆan regresar a Calabria. En el tren de las 23.30. Para ello, le agendaba a Denise una cena de despedida con sus primos, mientras Ć©l supuestamente iba a cenar a solas con Lea.
Cerca de las seis de la tarde Carlo Cosco recogĆa a Denise y la llevaba hasta el nĆŗmero 6 de vĆa Montello. Luego pasaba a recoger a Lea para supuestamente ir hasta un restaurante en el centro histórico de MilĆ”n. Carlo Cosco le pedĆa a Lea que lo acompaƱara hasta un departamento cercano al restaurante para recoger unas cosas. Los dos bajaban del vehĆculo frente a un edificio en la vĆa San Vittore. Los dos ingresaban al edificio mientras eran observados por Carmine Venturino que a una distancia prudencial y en la oscuridad controlaba el ambiente. Lea y Carlo Cosco subĆan por el ascensor y cuando llegaban a la puerta del departamento los recibĆa Vito Cosco. Lea comenzaba a ser golpeada una y otra vez. Su ropa desgarrada y finalmente asesinada mediante la asfixia con una cuerda alrededor de su cuello que seguramente Carlo Cosco se habĆa reservado el derecho de cometer.
Media hora despuĆ©s de que los dos habĆan ingresado al edificio, Carlo Cosco se retiraba en el mismo auto en el que habĆa llegado junto a Lea. Minutos despuĆ©s lo hacĆa Vito Cosco que iba al encuentro de Carmine Venturino y le decĆa āYa estĆ” hecho, Lea estĆ” muerta. Encargateā. DespuĆ©s de trece aƱos, en poco mĆ”s de media hora, con tan solo cuarenta o cincuenta segundos de apretar con fuerza y odio una cuerda alrededor del cuello de Lea, Carlo Cosco cumplĆa con la tradición de la mafia y su supuesto deber.
A Carmine Venturino se le sumaba Rosario Curcio. Juntos subĆan hasta el departamento y se encontraban con el cuerpo de Lea. Estaba cubierto por un sillón dado vuelta. Irreconocible, con la cara hinchada. Desfigurada. Llena de moretones, con la boca ensangrentada y la soga verde incrustada en el cuello. Carmine Venturino y Rosario Curcio ataban el cuerpo de Lea con una sĆ”bana, lo introducĆan en una caja y lo bajaban hasta el vestĆbulo del edificio. Luego lo introducĆan en el baĆŗl del coche y lo dejaban estacionado en la calle. A la maƱana siguiente, el 25 de noviembre de 2009 se trasladaban hasta una nave industrial en las afueras de Monza a casi una hora de MilĆ”n. Carmine Venturino y Rosario Curcio tambiĆ©n llevaban diez litros de gasolina para prender fuego al cuerpo. En un contenedor metĆ”lico arrojaban el cuerpo, volcaban los diez litros de gasolina y se quedaban viĆ©ndolo arder. Cavaban un pozo. DespuĆ©s de una hora de combustión, Carmine Venturino tomaba un hacha y partĆa lo que quedaba del cuerpo de Lea en varios pedazos. Los arrojaban al pozo y los cubrĆan con tierra y una plancha metĆ”lica. Los dos se subĆan al vehĆculo y volvĆan a MilĆ”n. Vito Cosco les entregaba otros cinco litros de gasolina y junto a ellos volvĆan a Monza, desenterraban los pedazos del cuerpo de Lea y volvĆan a prenderlo fuego. Cuando el fuego parecĆa extinguirse le arrojaban papel y madera. Terminada la mĆ”s espantosa y terrorĆfica escena en donde el fuego y el desprecio por la vida eran los protagonistas, comenzaban a golpear con palas a las pocas piezas del cuerpo de Lea que todavĆa conservaban cierta forma humana. Los tres volvĆan otra vez hacĆa MilĆ”n, pero no estaban dispuestos a dejar en paz a Lea. Ni siquiera a lo poco que quedaba de ella. Al otro dĆa, Carmine Venturino y Vito Cosco regresaban a Monza, por tercera vez. RecogĆan los pocos fragmentos que quedaban del cuerpo de Lea, todos ellos mezclados con una incontable cantidad de cenizas y los tiraban en un pozo cercano al primero. El sufrimiento, el odio y el maltrato sobre el cuerpo en vida y muerte de Lea definitivamente habĆa concluido.

El mismo dĆa de la desaparición de su madre, su hija Denise naturalmente volcaba las sospechas sobre su padre. Carlo Cosco decĆa que habĆan discutido y Lea habĆa huido, pero que estaba tranquilo, seguro de que ella regresarĆa. Junto a Denise, Ć©l mismo se presentaba frente a las autoridades y denunciaba la desaparición de su exesposa y madre de su Ćŗnica hija. Para evitar cualquier intento por parte de Denise de colaborar con la justicia, Carlo Cosco decidĆa trasladarla hasta Calabria, a Pagliarelle y Petilia Policastro donde pudiera controlarla. La dejaba al cuidado de su tĆa Marisa -la hermana de Lea- pero bajo el control de Carmine Venturino que hacĆa las veces de chofer, cuidador y confidente de Denise. Ese intento por parte de Carlo Cosco por controlar las posibles repercusiones del asesinato de Lea, una mujer que durante muchos aƱos lo habĆa denunciado y que correctamente lo convertĆa en el primer sospechoso dejaba cabos sueltos.
En diciembre de 2009, era detenido por traficar heroĆna en MilĆ”n, el tĆ©cnico de lavarropas, Massimo Sabatino, el que habĆa intentado secuestrar a Lea. En muy poco tiempo, le comenzaba a contar infidencias criminales a su compaƱero de celda, en particular los encargos criminales que Carlo Cosco le habĆa asignado y que no le habĆa pagado, entre ellos, el fallido secuestro de Lea. El compaƱero de celda de Massimo Sabatino tomaba la información que Ć©ste le daba y la utilizaba para negociar una sentencia a su favor. Le informaba de todo lo que escuchaba a las autoridades que se consagraban a constatar la información, que, si bien no era suficiente, los acercaba cada vez mĆ”s a Carlo Cosco y el resto de la 'ndrina. Mientras tanto Denise se enamoraba de Carmine Venturino, al que le confiaba y le rogaba información sobre el paradero de su madre, pero Carmine Venturino, que, si bien arriesgaba su vida al enamorarse de la hija del boss, no se animaba a confesarle su papel en el asesinato de la madre de su enamorada. Para ese entonces, los equipos de investigación ya seguĆan de cerca a Carlo Cosco y al resto de sus hombres. TambiĆ©n a Denise y a Carmine Venturino.
Los intentos de Carlo Cosco por calmar y controlar a Denise eran infructuosos. Si bien, la joven abandonaba el programa de protección de testigos para dar una buena impresión a su padre, seguĆa colaborando con los carabinieri en secreto. En abril de 2010, Denise volvĆa a huir, ya sin su madre. DespuĆ©s de conversar con la abogada de la asociación Libera, tomaba un tren y llegaba a TurĆn, donde un grupo de militantes de esa misma asociación la resguardaban en un departamento seguro, desconocido para el resto de la población. La desesperación de Carlo Cosco ante la fuga de Denise alcanzaba niveles desconocidos: para preservarse Ć©l y para cuidar a la 'ndrina le ordenaba a Carmine Venturino asesinar a Denise, a su propia hija. Cuando ella apareciera, Carmine Venturino debĆa asesinarla, pero la pareja de Denise se negaba a hacerlo. SuponĆa y sabĆa que eso se convertirĆa en su propia sentencia de muerte frente a Carlo Cosco. A travĆ©s de mentiras y excusas evitaba cumplir la orden de su jefe. Mientras tanto, la investigación sobre los asesinos de Lea continuaba y el 18 de octubre de 2010, casi un aƱo despues del asesinato, el fiscal a cargo de la investigación ordenaba la detención de todos los involucrados: Carlo Cosco, Vito Cosco, Carmine Venturino y Rosario Curcio; Massimo Sabatino ya se encontraba detenido. Carmine Venturino serĆa detenido en las playas de Botricello, cerca de Catanzaro, en Calabria. Carmine Venturino caminaba junto a Denise por la playa cuando un grupo de policĆas se acercaba hasta Ć©l y lo esposaba sin la mĆ”s mĆnima resistencia. Uno de los policĆas le informaba a Denise: āVenturino es uno de los asesinos de tu madreā.
A los pocos dĆas Denise se marchaba nuevamente a TurĆn, se encontraba nuevamente bajo el sistema de protección de testigos y estaba acompaƱada por los miembros de la asociación antimafia Libera. Solo le quedaba esperar el juicio contra los asesinos de su madre -su padre, sus tĆos y su pareja- y aferrarse a la esperanza de encontrar su cuerpo. Denise declaraba en el juicio y lo hacĆa sin vacilaciones. Durante dos dĆas contaba los padecimientos de ella y su madre en los intentos por sobrevivir del terror que les impartĆa su padre y la organización a la que este pertenecĆa. Cada vez que podĆa, en medio de las preguntas de la fiscalĆa intentaba que se reconociera la valentĆa de su madre por alejarla de ese mundo. En marzo de 2012, despuĆ©s de varias interrupciones procesales, el juicio contra los asesinos de Lea llegaba a su fin. Todos ellos eran condenados a cadena perpetua. El dĆa de la sentencia, cientos de jóvenes apoyaban a Denise desde las tribunas del tribunal y las calles. Pero los restos de Lea seguĆan sin aparecer.

Carmine Venturino con treinta y cuatro aƱos y una condena perpetua sobre su conciencia y su espalda se decidĆa a colaborar con la justicia. Les contaba a las autoridades que habĆa conocido a Carlo Cosco y sus hermanos como consumidor frecuente de hachĆs y heroĆna. Que luego se dedicaba a pasar -vender- esa misma droga al menudeo para la 'ndrina de Carlo Cosco y que poco a poco se habĆa involucrado en todo tipo de delitos. Relataba que los Cosco habĆan tomado posición por los Mirabelli en la faida contra Floriano Garofalo y se habĆan involucrado en el asesinato de los primos y el hermano de Lea. Un mes antes, las fuerzas de seguridad habĆan irrumpido nuevamente sobre el edificio del nĆŗmero 6 de vĆa Montello en MilĆ”n. El lugar con mĆ”s de doscientos residentes era todos identificados. Varios 'ndranghetista eran detenidos y los restantes terminaban siendo desalojados; la mole de tres pisos de altura, cubierto de moho con una estructura panóptica y que habĆa dado cobijo a Carlo Cosco y tantos otros mafiosos quedaba definitivamente vacĆa. Carmine Venturino tambiĆ©n indicaba el lugar donde estaban enterrados los miles de pequeƱos restos que unos aƱos antes habĆan sido Lea, una madre, una mujer calabresa, que habĆa nacido en Petilia Policastro y que soƱaba con dejar atrĆ”s aquel lugar recordado por el diablo. Del pozo donde estaba Lea se recogĆan 2.812 fragmentos óseos, pedazos de un implante dental que Lea se habĆa colocado en el aƱo 2007 y micropartĆculas de un collar y una pulsera que Lea llevaba el dĆa de su asesinato. Tres kilos de cenizas completaban la nauseabunda escena de recupero.
El 19 de octubre de 2013, casi mil quinientos dĆas despues del asesinato, durante una ceremonia que transitaba las calles heladas de MilĆ”n, el ataĆŗd con los restos de Lea era colocado en un estrado frente a una multitud que se habĆa congregado para despedir y rendir homenaje a la mujer que buscó torcer su destino y que logró hacerlo con el de su hija. Denise a la distancia, a travĆ©s de una comunicación telefónica que se amplificaba para que la multitud la oyera les decĆa y le decĆa: āTu corazón y tu conciencia serĆ”n siempre manantiales de libertad. Fuiste una mĆ”rtir de verdad y tu espĆritu no morirĆ” nuncaā. Cuando el funeral acababa, una mujer calabresa, esposa de un capo 'ndranghetista, se presentaba ante la abogada de la asociación Libera que habĆa acompaƱado a Lea y le pedĆa ayuda para declarar contra su marido. āLea me ha enseƱado a ser valiente. Lea me ha enseƱado a tener corajeā.
La revolución de las madres calabresas se habĆa iniciado. DespuĆ©s de Lea, mĆ”s mujeres comenzaron a denunciar a sus esposos, padres, hermanos e hijos afiliados a la mafia. Desde hace ya unos aƱos se creó en Italia un programa especĆfico para ayudar a mujeres como Lea y Denise, que no cometĆan delitos, que decidĆa colaborar con la justicia y que no encontraban en el Estado el apoyo suficiente para descubrir las oportunidades para construir una nueva vida.